Tengo mucho tiempo de NO escribir
entre tanto que hacer, la weba a veces me domina, siento que la inspiración se
me esconde, porque anda buscando una forma de llamar mi atención.
Escribiré sobre el verdadero amor, Ud.
ya lo conoce? Lo ha vivido? Es un mito o es una realidad?, tiene medida y
proporción, las parejas siempre son disparejas, para poder congeniar.
El amor en el pasado, era casi un
contrato en donde tus papas decidían con quien te ibas a casar, cuando y como,
y hasta la ropa y donde vivir. Los tiempos han cambiado, las relaciones de amor
son superfluas, algunas son no el interés de no estar solos, sino el interés de
obtener satisfacción personal, llenar su ego, crear imagen, tener una mujer o
un hombre con el que sus bajas pasiones puedes ser des frenadas sin importar lo
que le rodea, no trato de clasificar las relaciones sería absurdo cada quien
moldea una y vive lo mejor o lo peor de ella a diario.
Para una renal mujer es más difícil,
poderse armar de autoestima y creer que alguien se puede enamorar de uno, o el
caso que ya tenía una relación cuando se dio el diagnóstico y no esperar que
salga corriendo en su primera oportunidad, en cualquiera de los casos se
justifica somos personas especiales que necesitamos mucho cariño, mas sonrisas
y buenas vibras no solo problema y quejas por tener un padecimiento que no
decidimos vivir.
Entre renales se enamoran, se
entregan entre sí, en donde entender al otro es saber lo que siente lo que
vive, su lucha es mi lucha, donde el tratamiento los une a una tarde de
permancer conectados a una máquina y verse sin tocarse y solo hablar con los
ojos, una tertulia de muchos temas, el tiempo se detiene para conocerse en su biombo
renal.
Después de estas acotaciones, está el
otro papel, el de la mujer entregada a su esposo, que al ser diagnosticado se
queda ahí para tomar su mano y decirle te vamos a sacar adelante, olvidando la
mujer que sufre la cruz con su marido,
para que no se sienta solo, que sepa que está ah.
En la hemodiálisis privada viene
mucha gente humilde, pero son hombres trabajadores que en su juventud
cultivaron y pusieron el lomo para sacar adelante a su familia, la mayoría se
hace acompañar de su esposa una mujer sumisa, atenta, pendiente de lo que come,
que este envuelto, que está ahí hasta para hacerle una caricia, sobarle
mientras se retuerce de los calambres.
Los hombres mayores de la
hemodiálisis, no hablan mucho, ellos bromean pero son reservados, y yo nada más
los observo y me río de algunas locuras.
Una señora esposa la niña Betty, no
porta ningún lujo, ni se viste ostentosa es una mujer muy amable , su
apariencia es pequeña y bien regordita, bromea con una gran alegría, y cuando se
preocupa por su marido lo hace, porque en su cara se ve la tristeza porque ella
no lo quiere ver partir, ella está pendiente de todo de él, sin ahogarlo, ni
hostigarlo, pendiente que la sangre para su transfusiones este cuando ha estado
en crisis estén a tiempo, ella como puede lo ama, lo apoya, lo cuida como que
fuera su niño sin dejar de ser el hombre de la casa el que siempre tomo las
decisiones y tenía la última palabra.
La salud de doña Betty venia
desmejorando en realidad ella se sentía mal, pero no podía ser egoísta y
desatender a su esposo que ´pasaba una de tantas crisis, todo inicia con dolor
abdominal en ella creyendo que se trataba de colitis, empanzada, por su falta
de recurso no iba a la consulta privada, pero decidió ir al hospital público
Rosales, en donde lleva una enfermedad y sale con dos, el terror del pobre
salvadoreño, doña Betty consulta por su dolor, la operan por apendicitis, pero
no mejora empeora, le iban a hacer otro
procedimiento quirúrgico de vesícula,
pero el inconveniente para ella no era ese seguía deteriorándose, pero su
esposo seguía siendo acompañado por ella a sus tratamientos, con decaimiento
del esposo renal y su malestar físico no le borraban la sonrisa, ella dejo a su
esposo en casa, viven muy muy lejos, pagan carro para poder venir es decir un
pick up y vienen en la cama de el para que el señor venga más cómodo. Al entrar
al hospital le dicen que le harían unos exámenes, y pudieron determinar que ese
dolor abdominal, ese vientre cada día más abultado, era producto del cáncer en
etapa terminal que ningún medico pudo diagnósticar y poderle ofrecer un
tratamiento digno de vida para luchar y sobrevivir a ese mal que tantas vidas
se ha llevado.
Doña Betty hace una semana no se
levanta, su cuerpo se sigue inflamando, su diagnóstico fue váyase a casa,
acuéstese y espere la muerte que sin falta va llegar, ella que era el roble de
su marido el cual en este momento está cansado de tanta agua, de tanto toxico
que las diálisis ya no hacer nada porque el corazón ya no quiere latir, en el
regazo de ella se acuesta el, acaricia su cabello, rueda una lagrima de sus
ojos tristes al ver el rostro de su mujer en cama, de quien era su compañía, su
todo y por quien no había dejado vencerse del mentado mal de los riñones, las
visitas de los amigos y vecinos hacen más fuerte su dolor, y solo se escucha
que quiere irse con ella, sin ella ya no está vivo, la luz de sus corazones que
una vez fue encendido por el amor que se tienen se está apagando, y todo se
torna oscuro. Él quiere estar ahí y recibir el último suspiro, su último
aliento para que sea la señal que debe emprender un viaje junto para amarse en
la eternidad