Mis muertos... la primera entrega
El titulo parece sacada de un libro de
Gabriel García Márquez, en donde iría la reseña de un pueblo que no se si su
imaginación pudo recrear de tal manera que pareciera que la historia nunca
terminaba, pero jamas podre escribir como ese gran hombre, ni pretendo porque debería nacer con la vocación en letras.
Mis muertos, son aquellos amigos
renales que fallecieron y que los llore en silencio, porque no podía no
expresarme sino únicamente mirar hacia el piso ante la noticia y quedarme con
la intención de preguntarme y sufrió o murió
y no sintió nada.
Encontré una foto en seis años de vida
errante por la hemodiálisis, pasaron muchos unos no supe ni siquiera sus
nombres, solo compartíamos una enfermedad y una atadura, uno se dejaron vencer
otros seguían pese a todo.
Lino, es el apellido de un hombre
valiente, joven sin lugar a duda yo lo conocí y el tenia veintisiete años, yo tenía
apenas 22, pero el tenía ya seis o cinco en tratamiento, su piel siempre fue grisácea,
sus ojos hinchado, tenía un semblante triste pero como mucha fuerza para seguir
viviendo, su hermana era una joven gordita dulce, que lo acompañaba si él se
sentía mal, de lo contrario no él se iba solo, trabajaba en un súper mercado
como gondolero del área de verduras, su casa quedaba en un lugar en donde
cultivaban de todo tipo de frutas, las cual él ni se atrevía aprobar porque un
poquito y era potasio seguro.
Con Lino quede muchas veces en el
cuarto pequeñito de cuatro máquinas, en donde siempre había estado el ahí, pues
le dio hepatitis, pero también lo vi llegar en camilla con un aparato que en esa
época no entendía que era, le estaban sacando agua de sus pulmones, la gente
decía que el ya esa ya no la pasaba, pues pese a todo pronóstico vivió para
contarla, medio pulmón menos uno extra puncionado, una operación en el corazón
para sacar el agua, él había salido del purgatorio herido, pero ahí estaba, su
hermana siempre llorando decía que ella le quería donar el riñón, él decía que
no, que ella estaba buena para que se casara viviera feliz y que se moría no iba
a quedar desperdiciada esa vida.
Después de esa crisis cualquiera
hubiera pensado que tendría una depresión, o quizás estaría inmerso en el cansancio,
él decía hoy camino más rápido, respiro mejor.
Armaba viajes hasta su casa, con las
enfermeras, hasta los médicos que eran su familia, del amor el conoció lo que
tenía que conocer, estaba solo porque no cualquiera se echaba un moribundo al
lomo.
Hace poco encontré en las redes
sociales, en Facebook una foto, será de unos dos años atrás esta Lino con el
Dr. Salazar, otras enfermeras (anexo la foto) y estaba lino con su sonrisa y
sus ojos triste, me dio nostalgia y tristeza, pues su fallecimiento fue quizás
hace un año, me entere por mi mamá vio a la hermana de él y ella le pregunto
por Lino, pero ella solo lloro y le dijo él ya nos dejó, él se fue, ante esa
respuesta es comprensible no saber qué decir, al tener un familiar igual quizás
solo piensa ojala nunca este yo ahí.
Mi mama me conto y me sorprendió, no
me permito ser débil, no enfrente de mi familia, es una forma de decirles yo
estoy bien, tranquilas, aunque en realidad muchas veces estoy desmoronándome en
pedacitos no por miedo, sino porque uno comparte pequeñas cosas con grandes
personas, historias y vidas que pasan por cada máquina de hemodiálisis y ahí se
quedan, nadie sabe afuera que a un tal Lino le gustaba escuchar música durante
su tratamiento, platicar con las enfermeras, contarle alguna cosa que el sabia,
sobre su propia sabiduría de vivir la vida.